HISTORIA DE MÁLAGA primera parte

HISTORIA DE MÁLAGA  

primera parte

Comenzaremos a realizar un repaso de la historia de la Provincia de Málaga

Prehistoria y Edad Antigua

 

El territorio que ocupa la actual Provincia de Málaga estuvo habitado desde tiempos remotos, como prueban el conjunto de Dólmenes de Antequera, las pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta en Benaoján, la Cueva del Tesoro en Rincón de la Victoria o la cerámica encontrada en Nerja. 
En las Cuevas de Nerja han sido datadas unas pinturas de focas que podrían ser la primera obra de arte conocida de la historia de la humanidad, con 42.000 años de antigüedad.23
Malaka fenicia

 

El antiguo recinto fenicio contenía un faro que da nombre al monte Gibralfaro (gíbal al-faruh, 'monte del faro').
 

El primer asentamiento colonial se localiza en el siglo IX a. C. en la desembocadura del Guadalhorce, en un enclave conocido como cerro del Villar, desde donde se comenzó a comerciar con los pobladores de la zona, principalmente con los pequeños poblados bastetanos costeros, como San Pablo, en la desembocadura del Guadalmedina. 

Paulatinamente el centro de la actividad comercial fue trasladándose hacia esta zona, y Mlk o Malaka, colonia comercial fundada por los fenicios de Tiro, fue desde el siglo VIII a. C., un dinámico núcleo comercial debido a las buenas condiciones para el atraque en su puerto natural al pie del monte Gibralfaro y la gran cantidad de yacimientos de plata y cobre. 
Este período tuvo una duración aproximada según algunas fuentes, desde el año 770 al 550 a. C.

 

Entre las actividades económicas que esta colonia desarrolló hay que hacer referencia a las industrias destinadas a la producción de púrpura y a la salazón. 
La ciudad tenía su propia ceca (de la voz fenicia sikka) y acuñaba moneda.
Mainake griega 

 

La ciudad fue posiblemente la colonia griega de Mainake (en griego Μαινάκη) durante al menos dos centurias. 
Existen numerosos documentos que mencionan su existencia y hablan de su intensa actividad comercial.
Historiadores antiguos la situaban al oeste de Mlk, por lo que algunos autores creen que el enclave del siglo IX a. C. del Cerro del Villar en la desembocadura del Guadalhorce, cuatro kilómetros al oeste del emplazamiento original de Malaka, se corresponde con la citada colonia griega que sería paulatinamente abandonada tras la batalla de Alalia y sus pobladores autóctonos desplazados hacia la Mlk fenicio-púnica.

Dominio púnico 

 

La segunda mitad del siglo VI a. C. es la transición entre los períodos fenicio y púnico de Málaga.
 

Nabucodonosor II conquista los territorios fenicios con la pretensión de apropiarse del fértil comercio tirio en el Mediterráneo, con lo que Malaka pasa a ser sobre el 573 a. C. colonia cartaginesa. 
En la etapa que va desde finales delsiglo VI a. C. al cambio de era, los territorios malagueños son ocupados por los pobladores denominados libio fenicios. 

 

Se afianzan tanto la características mercantilistas de la ciudad, como la idiosincrasia fenicio-púnica, incluidas las devociones religiosas a dioses como Melkart, Baal o Tanit.
 

Los romanos conquistaron la ciudad al igual que otras regiones bajo el dominio de Cartago, en el año 218 a. C. tras las Guerras Púnicas.
Malaca romana 
Malaca (Hispania)

 

Los romanos unificaron a las gentes de la costa y del interior bajo un poder común. 

Establecieron colonos de la metrópoli que explotaron los recursos naturales e introdujeron el latín como lengua de las clases dominantes y unos usos y costumbres que cambiarían paulatinamente la vida de los pobladores nativos. 
Malaka se integró a la República romana formando parte de la Hispania Ulterior. 
La romanización fue lenta, puesto que se han descubierto inscripciones en alfabeto fenicio hasta el siglo I d.C.. 

 

El municipium Malacitanum es punto de tránsito dentro de la Vía Hercúlea, dinamizadora de la ciudad tanto económica como culturalmente, al comunicarla con otros enclaves desarrollados de la Hispania Interior y con los demás puertos del Mare Nostrum.
Al caer la República y advenir el nuevo sistema político del Imperio, los territorios de Malaca, que ya llevaban dos siglos ocupados por los romanos, quedaron encuadrados administrativamente en uno de los cuatro conventos jurídicos en que se dividió la provincia Baetica, recién creada por César Augusto.
Según el griego geógrafo Estrabón, la urbe tenía planta irregular, al estilo propio de las ciudades fenicias. 

 

Los romanos comienzan la construcción de obras importantes. 
 

La dinastía Flavia mejora el puerto y con Augusto se construye el Teatro Romano. 
 

Es el emperador Tito, de la familia Flavia, quien concederá a Malaca los privilegios de municipio.
 

En la época romana Malaca alcanzó un notable desarrollo. 
Convertida en ciudad confederada, se regía por un código especial, la Lex Flavia Malacitana y su población culta y amante del arte tenía un peso importante en la villa. 
A este periodo pertenecen las grandes Termas Romanas de Malaca, encontradas en el subsuelo de la calle Pintor Nogales y de la Abadía del Císter, y numerosas piezas escultóricas conservadas en el Museo Arqueológico de Málaga.

 

En lo referente a algunos aspectos sociales, como la vida espiritual, existían diferencias de culto en función del origen étnico. 
 

La economía y la riqueza del territorio obedecía fundamentalmente a la agricultura de las zonas interiores, a la abundancia pesquera de las aguas que bañan el litoral y a la artesanía. 

Entre los productos malagueños que alcanzaron fama debe destacarse el garum malacitano que llegó a tener gran fama en la Capital del Imperio.
En el año 325, año del Concilio de Nicea, Malaca aparece como uno de los pocos enclaves romanos dentro de Hispania en los que había enraizado fuertemente el credo cristiano.

 Anteriormente, se habían producido frecuentes levantamientos de carácter antirromano catalizados por la oposición al paganismo de los hispanoromanos asimilados al credo cristiano.

 

Edad Media 

 

Invasión germánica 
La decadencia romana da paso a la dominación de los pueblos germanos, que sobre el año 411 arrasaron las costas malagueñas.

 

Tras la división del Imperio romano y la definitiva crisis del mismo, Malaca entra dentro de las áreas de la Península afectadas por las grandes migraciones y asentamientos de los pueblos germánicos, especialmente de los vándalos silingos, que durante el siglo V importaron el arrianismo a Occidente.
 

Bajo el dominio visigodo, Malaca se convirtió en sede episcopal. 
El primer Obispo de la ciudad conocido fue San Patricio, consagrado sobre 290 y presente en el Concilio de Elvira.

 

Malaca bizantina 
Agila I y Provincia de Spania

La Spania bizantina.
 

Con la intención de reconstruir el Imperio Romano (Recuperatio Imperii), en 552 el emperador bizantino Justiniano I conquista, entre otros territorios, Malaca.
La ciudad fue saqueada y conquistada de nuevo para los visigodos por el rey Sisebuto en el año 615. 
Y sería en el año 624, durante los reinados del Visigodo Suintila y del emperador Heraclio, cuando los Bizantinos abandonan definitivamente sus últimos establecimientos en las ciudades de la zona del estrecho que aún conservaban.

 

Se conoce que el Rey Visigodo Sisebuto arrasó gran parte de la ciudad y aunque esta mantuvo su rango episcopal y el emplazamiento de una ceca por Sisenando, su población fue seriamente mermada y su fértil actividad comercial arruinada. 

Existen pruebas documentales evidentes de la destrucción violenta de, al menos, un barrio comercial. 
Tal fue la devastación, que los primeros invasores islámicos del viejo condado Visigodo malacitano situarán inicialmente la capital en el interior, en Archidona

Mālaqa en Al-Ándalus

 

Vista de la Alcazaba de Málaga.
 

A principios del siglo VIII comienza el derrumbe de la monarquía Goda y a mediados de este mismo siglo, la penetración del Islam en la Península Ibérica desde las costas del Norte de África. 
 

Este fenómeno se observa en la provincia de Málaga en el asentamiento de nuevos pobladores, árabes y bereberes.
Tras la conquista Árabe, la ciudad formó parte de la región musulmana de Al-Ándalus, denominada como Mālaqa.
En el 743 entra definitivamente dentro del área de influencia árabe, tras años de sublevaciones de sus habitantes hispanogodos que serían sofocadas por el gobernador de la ciudad Abd Al Ariz, en 716.

 

Con la sumisión de Bobastro ante Abd-al-Rahman III se impone totalmente el sistema Islámico en la tierra de Mālaqa lo que se traduce en una etapa de paz y un nuevo esquema de población, basado en el desarrollo de las ciudades y la proliferación de alquerías en el mundo rural, con un nuevo florecimiento del artesanado y el comercio, así como de una agricultura intensiva con base en el regadío, en contraste con el feudalismo que sufría el resto de Europa.
 

De esa forma Mālaqa se convirtió en una ciudad en expansión, rodeada por un recinto amurallado provisto de cinco grandes puertas y con gran cantidad de de arrabales y barrios asimismo amurallados, dentro de los que evolucionaban los adarves, salpicados de huertas a orillas del Guadalmedina y cruzada de este a oeste por una vía que comunicaba al puerto y la fortaleza con el interior del recinto amurallado; junto al recinto, se asentaban los barrios de comerciantes genoveses y las Juderías, de forma independiente del resto de la ciudad. Precisamente en la judería de la medina de Mālaqa vivió uno de sus hijos más ilustres, el filósofo y poeta hebreo Solomon Ibn Gabirol, que proclamaría a su ciudad natal como la "Ciudad del Paraiso", apelativo evocado posteriormente por el nobel Vicente Aleixandre.
 

En este largo periodo, Mālaqa llegó a alcanzar más de 20.000 habitantes, siendo una de las urbes más densamente pobladas de toda la Península Ibérica. 
Se conservan la espléndida Alcazaba, la puerta Nazarí de las Atarazanas y parte de la Judería, entre otros vestigios musulmanes y se ha recuperado parte de la necrópolis monumental de Yabal Faruh, considerada la mayor de toda Al-Ándalus, con dos mezquitas funerarias y los restos de un panteón musulmán.

 

Taifa de Mālaqa 
Taifa de Málaga

 

Al disolverse el Califato de Córdoba en varios reinos, la Dinastía Hammudí convirtió Mālaqa en la capital de su propio reino independiente entre los años 1026-1057 y que perduró en diferentes períodos bajo el dominio de las dinastías Zirí del 1073 al 1090, Hassun del 1145 al 1153 y Zannun del año 1229 al 1238.
 

Del urbanismo de esta etapa perduran trazas en el centro histórico y en dos de sus principales monumentos: la Alcazaba y el Alcázar de Gibralfaro. 
 

Mālaqa poseía dos arrabales fuera de las murallas y disfrutaba de un comercio pujante con el Magreb. 
La ciudad contaba con una importantísima industria alfarera, donde se cocían losas y ánforas ornamentales que llegaron a tener reconocimiento en todo el mediterráneo, la denominada loza dorada malagueña y el comercio estaba regulado por el Tratado del buen Gobierno del Zoco, redactado por el malagueño Al-Sagasti. 
Mālaqa nazarí

 

Planta de la Málaga árabe.
 

A la muerte de Ibn Zannun en 1238, último rey de Taifa de Mālaqa, la ciudad pasa a formar parte del Reino Nazarí de Granada y de su rey Muhammad ibn Nasr, permaneciendo bajo el dominio de esta dinastía hasta la conquista de los Reyes Católicos.
En 1279, la República de Génova firma una alianza económico-comercial con Muhammad II convirtiendo a Mālaqa en la puerta del Reino Nazarí y en nexo de unión entre el Mediterráneo, el Atlántico y el Mar del Norte, estableciendo así mismo rutas con el Lejano Oriente.
En su conjunto, la población malacitana se atuvo a la ortodoxia religiosa bajo la tutela de los alfaquíes, ortodoxia que respondía más a las normas de comportamiento social. 
La población no musulmana constaba de los mozárabes y de una importante minoría judáica, así como los cautivos apresados en hechos bélicos, forzados a trabajar en las Atarazanas, dónde se construían navíos para la vigilancia ribereña y el corso, además de una significativa colonia de comerciantes extranjeros. 
En el Palacio de la Alcazaba residía el Cadí de la ciudad, un Príncipe Nazarí, como delegado del Sultán, rodeado de secretarios y juristas.
En 1348, mientras la peste negra asolaba toda Europa, el palacio fortaleza de la Alcazaba y el Alcázar de Gibralfaro toman su forma definitiva. 
La ciudad dispone de varias puertas que permiten el paso a través del recinto amurallado, cuyos nombres aún perduran: Puerta Oscura y Puerta del Mar.

Conquista e incorporación a la Corona de Castilla


Tejados del Santuario de la Victoria, lugar donde se asentó el campamento de Fernando II de Aragón durante el asedio de los Reyes Católicos.
La conquista del reino Nazarí comienza con la toma de Alhama por los cristianos en febrero de 1482. 
A los pocos meses, Muley Hacén se refugia en Mālaqa al ser destronado por su hijo Boabdil con el apoyo de los abencerrajes que habían regresado del exilio. 
Durante la Reconquista los árabes construyeron gran cantidad de torres de defensa para la ciudad; así, al oeste Torre Molinos, al norte Puerto de la Torre (antiguo camino a Antequera), al noroeste las 11 torres de Alhaurín de la Torre, de las que no quedan restos y la torre de Alhaurín el Grande y al este la Torre de Benagalbón.
La conquista de la ciudad de Málaga por los Reyes Católicos en agosto de 1487 supuso un episodio sangriento en el esfuerzo final por la conquista del reino Nazarí. 
Después de un largo asedio cortando las entradas de agua y víveres a la ciudad, desde el 5 de mayo al 18 de agosto, el poderoso ejército castellano formado por doce mil jinetes, veinticinco mil infantes y ocho mil soldados más de apoyo, logró tomar la ciudad defendida por quince mil gomeres africanos y guerreros malacitanos. 
El asedio de la ciudad fue uno de los más largos de la Reconquista. 
Duró seis meses y cortó el suministro de alimentos. 
La Mālaqa musulmana cayó el 13 de agosto de 1487 y los Reyes Católicos entraron en la medina el 19 de agosto. 
La población fue castigada a la esclavitud o a pena de muerte, con excepción de veinticinco familias que pudieron permanecer en el recinto de la Morería, como mudéjares. 
La conquista de la ciudad supuso un durísimo y definitivo golpe para el reino Nazarí de Granada que perdía así su principal puerta marítima.
El rey Fernando decidió aplicar un castigo excepcional y se negó a conceder una capitulación honrosa para los vencidos. 
Excepto el grupo del mercader Alí Dordux, que rindió la ciudad a espaldas del arráez Hamad al Tagrí o El Zegrí, que resistiría en el castillo de Gibralfaro unos días más. 
Los 15.000 supervivientes fueron convertidos en esclavos.
En pago a las tropas que acompañaban a los conquistadores se produjeron los repartimientos; entre cinco mil y seis mil cristianos extremeños, leoneses, castellanos, gallegos y levantinos repoblaron la provincia, de los que unos mil se asentaron en la capital. En un primer momento se levantaron cuatro parroquias en la ciudad: las iglesias del Sagrario - fundada en 1488-, San Juan, Santiago y Santos Mártires. 
La ciudad se extendió extramuros con la creación de los conventos de La Trinidad, Capuchinos, los Ángeles y el Santuario de la Victoria.
Edad Moderna

Málaga en 1572.
 

La ciudad comenzó a cambiar su traza urbana al adaptarse al gusto de los reconquistadores. Se abre un eje longitudinal al que se añade otro transversal, en sentido noroeste-suroeste, cruzándose ambos en la "Plaza de las cuatro calles" o Plaza Mayor (hoy en día, Plaza de la Constitución) y se empezó la construcción de la Catedral de Málaga sobre los cimientos de la antigua mezquita mayor.
Las iglesias y conventos construidos fuera del recinto amurallado aglutinaron a la población, dando lugar a la formación de los barrios de extramuros, como La Trinidad o el Perchel y se configura la llamada Málaga conventual, hoy día prácticamente desaparecida.
El artesanado malagueño se divide en siete grandes bloques: textil, cuero, barro, metal, madera, construcción y alimentación. 
Málaga se convierte en un lugar de salida para los excedentes agrícolas de los reinos de Córdoba, Jaén y Granada, así como en punto de entrada de una serie de bienes que, al superar la demanda del mercado local, son llevados al interior de Andalucía.
Del siglo XVI al siglo XVIII, la ciudad entró en una época de inestabilidad, no sólo por las consecuencias que trajo consigo el levantamiento de los moriscos y su posterior expulsión, sino también por las epidemias e inundaciones provocadas por el río Guadalmedina, que se vieron acompañadas de varias malas cosechas sucesivas durante el siglo XVII, terremotos, explosiones de molinos de pólvora y las levas de soldados. 
A pesar de ello, la población aumentó de 3.616 familias a 4.296.

 

La Batalla de Málaga, 1704.

En 1585, Felipe II ordena un nuevo estudio del Puerto, construyéndose un nuevo dique en 1588, cuya dirección técnica corrió a cargo del ingeniero italiano Fabio Bursoto, siendo la economía malagueña la principal beneficiaria, pues facilitó un intenso tráfico mercantil. 
En los dos siglos siguientes el Puerto fue prolongado tanto a poniente como a levante. 
En el siglo XVII, el vino y las pasas eran los productos básicos de las exportaciones malagueñas y por tanto, constituían la principal fuente de ingresos. 
En el ramo textil destacaba la seda, muy ligada a los moriscos. 
Las Civitates consideraban a Málaga un emporio de riqueza, debido a su enclave comercial privilegiado. 
Sus productos agrícolas, en especial los vinos y las exquisitas pasas, así como sus apreciadas vasijas vidriadas atraían gran afluencia de mercaderes extranjeros de distintas nacionalidades; Flandes, Inglaterra y Francia comerciaban principalmente con madera, tejidos y trigo, consiguiéndose un importante intercambio de diferentes mercancías. 
El trato mercantil se realizaba principalmente durante "la vendeja".
Socialmente el estamento de los caballeros hidalgos se vio incrementado por los procesos de "refeudalización" producido por la venta de señoríos, a la vez que acaparaba los altos cargos con la implantación de la nobleza. 
El municipio y su puerto fueron una pieza básica de gobierno de los Austrias. 
El cartógrafó portugués Pedro Teixeyra, al servicio de S.M. Felipe IV, describía a la Málaga de 1625 de la siguiente forma:
«Es esta ciudad de Málaga de las de más población y de más nobles que España tiene en su costa (...) Tiene a la parte del levante en un serro iminente a ella un castillo y casa fuerte que llaman AlcaÇaba, cercada y adornada con dos órdenes de murallas, casi el doble más altas que la que cerca la ciudad, con munchas y altas torres, fábrica que representa bien autoridad (...) En la faz de la ciudad que mira a su puerto y muelle, casi en medio, en una punta que llaman el muelle viejo está una torre alta y antigua que llaman de Ginoveses, junta a la cual sobre la mar está una plataforma con sinco cañones de artillería; (...) remata la muralla desta ciudad con una torre alta que se entra de todo en el mar, que llaman Torre Gorda, (...) El cuerpo de la Çiudad es de buena población y de magníficos ideficios y casas. Teniendo su iglesia mayor, que es el más suntuoso templo y de más estremada arquitectura y grandeza que se conose. (...) Aciste en esta ciudad su obispo, que es de los más señalados en autoridad y renta de España. Es gobernada por un corregidor y capitán a guerra, que cuando hay rebatos en la costa sale con una compañía de caballos, de los vecinos y nobles de la ciudad (...) y suélense juntar tres mil hombres (...) El trato desta Çiudad es de los mayores de la costa del levante de España que lava el mar Mediterráneo, así por la seguridad de su puerto y capasidad del muelle, como por los munchos frutos que produce la tierra; y ,en particular, tres meses del año suelen hallarse en este puerto ochenta y sien navíos de ingleses, flamencos y otras naciones del setentrión a cargar (...)»